17/6/2022
Al
momento de escribir este artículo el tipo de cambio es de 19.5 pesos por dólar;
un nivel notable considerando que apenas en noviembre pasado su valor era de
21.9 pesos por dólar (una apreciación de más de 10%). Con esto la moneda
mexicana ha tenido un mejor desempeño que las principales monedas emergentes,
las cuales - desde principios del año pasado - se han depreciado, en promedio,
un 15% respecto al dólar frente a una apreciación del peso de 2%, a la que se
suma un 5% adicional en lo que va del año. ¿Cómo explicar este buen
comportamiento del peso? Creo que esto es así por tres razones fundamentales.
La
primera es que México tiene una posición fiscal más sólida que la mayoría de
países emergentes. La deuda total del sector público mexicano es de alrededor
del 50% del PIB, la cual es más baja que otros países emergentes que tienen la
misma calificación crediticia de BBB que nuestro país: en Tailandia, por
ejemplo, este cociente es mayor a 60%; Brasil que tiene calificación crediticia
menor, tiene una razón de deuda a PIB de alrededor del 80%. De hecho, los
mercados asignan una baja probabilidad a que México vaya a perder el grado de
inversión, es decir, que su calificación crediticia caiga por debajo de BBB-.
Las monedas de países con equilibrios fiscales endebles tienden a depreciarse
pues ante caídas en su calificación crediticia se hace menos atractiva la
inversión en los activos del país, en particular los bonos gubernamentales.
En
segundo lugar, México es un país sin desequilibrios externos, con un déficit de
cuenta corriente como porcentaje del PIB que es muy bajo, lo cual no es el caso
en la mayoría de países emergentes. Es un país que no requiere de flujos de
inversión de portafolio para pagar sus importaciones. Y finalmente, la tercera
razón radica en que el diferencial de tasas entre México y Estados Unidos está
en niveles elevados en términos de lo observado en los últimos veinte años y
comparado al diferencial que muestran otras economías emergentes. Hoy la tasa
de política monetaria del Banco de México está en 7% mientras que la de Estados
Unidos está en 0.8%: una diferencia de más de seis puntos porcentuales,
superior a lo observado durante toda la década anterior. Este diferencial hace
atractivo invertir en deuda de corto plazo en México, lo cual constituye un
importante soporte para el peso.
Ahora
bien, ¿el peso está realmente fuerte? Me parece que no y por eso el
entrecomillado en el título.
En
primer lugar, el peso no ha recuperado el valor que tenía antes de que
estallara la crisis que nos trajo la pandemia. A mediados de febrero de 2020 el
tipo de cambio era de 18.5 pesos por dólar. Más aún, a inicios de 2016 estaba
en 17 pesos por dólar. Es decir que comparado a esos niveles el peso no está
“fuerte”. ¿Qué ha ocurrido desde entonces y qué explica esta depreciación?
Primero, en 2016 se tuvo un fuerte golpe a la confianza cuando comenzó a ser
evidente que Trump podría ganar la presidencia en Estados Unidos pues, durante
toda su campaña insistió en que cancelaría el TLCAN. En su visión mercantilista,
el que Estados Unidos tuviese un déficit comercial con México era un signo de
que su país estaba siendo objeto de abusos por parte del nuestro (un argumento
falaz, pues ese déficit se explica por las bajas tasas de ahorro de nuestro
vecino del norte). Al ganar Trump hubo una depreciación muy elevada y si bien
el tratado no se canceló, sino que se sustituyó por otro, la amenaza de
sanciones comerciales estuvo siempre vigente durante su mandato. Desde
entonces, varias decisiones y políticas públicas en nuestro país han generado
sucesivos choques a la confianza entre los inversionistas.
De no
ser por esta incertidumbre México estaría teniendo niveles de inversión mucho
más elevados, sobre todo ahora con las oportunidades de proceso de
relocalización de las cadenas globales de suministro y el peso alcanzaría
niveles más fuertes. Hoy el peso está por debajo del nivel que habría tenido de
haberse mantenido los niveles de inversión observados hace 5 años.
|