10/8/2022
La
semana pasada se dio a conocer el dato preliminar de crecimiento del PIB
correspondiente al segundo trimestre de este año que fue de 1% con respecto al
trimestre anterior, lo cual implica que la economía se expandió a un ritmo
anualizado de alrededor de 4%. Comparando la primera mitad de este año frente
al mismo periodo del año anterior, la economía creció 1.7%. Se trata, sin duda,
de un buen semestre que muestra que el proceso de recuperación continúa.
Este
crecimiento se explica porque los cuellos de botella en las cadenas globales de
valor han ido relajándose, favoreciendo la recuperación de la producción
industrial. Recordemos que hace unos meses había un serio problema de escasez
de semiconductores que hoy casi ha desaparecido debido a la regularización del
transporte marítimo, a la normalización de la demanda de equipos electrónicos
(que durante la pandemia llegó a niveles récord cuando todo aquel que podía
trabajar o estudiar de forma remota requería de mejor conectividad) y a una
mayor inversión por parte de los fabricantes de estos productos. En México,
hace unos meses la industria automotriz operaba a un 60% de su capacidad
instalada y hoy lo hace a alrededor del 90%, que era el nivel observado antes
de la pandemia.
La
recuperación también se explica por el crecimiento en el consumo (sustentado en
elevados niveles de ahorro que las familias acumularon durante la pandemia), a
la recuperación del empleo, a los niveles sin precedentes de remesas y a que
las recientes olas de contagios de covid han sido mucho menos dañinas para la
salud que las primeras (lo cual a su vez se explica por lo avanzado del proceso
de vacunación).
Sin
embargo, no debemos valorar el proceso de recuperación de la economía
únicamente por el dato de un trimestre. La realidad es que la economía del país
sigue mostrando importantes niveles de holgura y que la recuperación continúa
siendo anémica e incompleta.
Considerando
el recién publicado dato de crecimiento del segundo trimestre, la economía de
México está todavía 1.1% por debajo del nivel que tenía antes de la pandemia.
Esto en contraste con las principales economías latinoamericanas: Argentina,
Brasil, Chile, Colombia y Perú ya han recuperado los niveles de actividad
registrados antes de la crisis sanitaria. Ahora bien, si comparamos el nivel
actual de PIB con el que se tendría de haber seguido creciendo al ritmo
pre-pandemia (que por cierto no era de presumir) vemos que la economía está
6.8% por debajo de dicho nivel.
El
nivel del PIB correspondiente al segundo trimestre de este año anunciado la
semana pasada es comparable al observado en el segundo trimestre de 2017. Es
decir, se han perdido cinco años de crecimiento (en términos per cápita la
comparativa es peor).
Hay
quienes mencionan que es notable que la economía mexicana haya crecido este
trimestre mientras que la de Estados Unidos se contraía. Algunos sostienen que
es una señal de fortaleza de la economía del país y otros hablan de un proceso
de desacoplamiento de ambas economías. Ambas apreciaciones son incorrectas. Lo
que ocurre es que la economía de Estados Unidos se había recuperado
vigorosamente después de la caída causada por la pandemia y llegó a crecer por
encima de su nivel potencial. Era una economía sobrecalentada (lo cual explica
en parte su elevada inflación) y que ahora está desacelerándose, lo cual es
deseable y contribuirá a reducir el alza de precios.
Por
otro lado, la economía mexicana, como mencioné, todavía no se recupera de lo
perdido en la pandemia y continúa inmersa en un proceso de recuperación.
Mientras una economía se desacelera hacia niveles más cercanos a su potencial,
otra sigue aproximándose lentamente hacia estos.
Los
datos de crecimiento al segundo trimestre no implican ni que la economía de
México muestre mayor fortaleza que la de Estados Unidos ni que estas economías
se estén desacoplando. Por el contrario, siguen muy compenetradas y ello
implicará un menor crecimiento el año entrante.
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