21/2/2024
Hace un
año, con datos al cierre de 2022, la inflación en México -medida en tasa
interanual- era de 7.8%, mientras que la subyacente se ubicaba en 8.4%. Ahora,
con datos al cierre de 2023, la inflación general está en 4.7%, mientras que la
subyacente se ubica en 5%. Es decir, si bien está todavía por encima del rango
objetivo del Banco de México, la inflación es sustancialmente menor a la
observada hace un año.
En este
sentido, es de destacar lo sucedido con la subyacente que, al eliminar los
precios más volátiles (que son los de la energía y alimentos frescos), nos
habla de una tendencia inflacionaria de mediano plazo bastante más benigna que
la observada hace un año. Lo anterior es válido, incluso tomando en cuenta el
dato más reciente de inflación de la segunda quincena de enero que llevó a la
inflación general a 4.88% dado que el aumento se explica fundamentalmente por
aumentos temporales en precios agropecuarios.
Por
otra parte, hace un año las estadísticas reportadas por el Banco de México
mostraban que las expectativas inflacionarias en el plazo de uno a cuatro años
se ubicaban en 4%, mientras que ahora están en 3.7%; es decir, alrededor del
promedio de la inflación observada en las últimas dos décadas. Las expectativas
de mediano plazo (de cinco a ocho años) han estado bien ancladas durante este
episodio inflacionario.
Al ser
México una economía abierta y muy interrelacionada con la de Estados Unidos, la
inflación en el vecino del norte también ha sido un factor importante en
determinar el comportamiento de los precios en México. Así, a inicios de 2023
la inflación general en Estados Unidos se ubicaba en 6.4% y la subyacente en
5.6%, mientras que ahora esas variables están en 2.3% y 2.6%, respectivamente.
¿Qué ha
ocurrido con la política monetaria en este lapso? Para responder esta pregunta
hay que analizar las tasas de política monetaria reales; es decir, ajustadas
por inflación. Utilizando la inflación esperada a un año, podemos obtener
dichas tasas (las tasas ex-ante). Así, mientras que hace un año la tasa de real
de política monetaria era de 5.3%, ahora está en niveles de alrededor de 7%.
Así,
nos encontramos hoy en un entorno bastante más favorable con menor inflación
(tanto general, como subyacente), menores expectativas inflacionarias y menores
presiones inflacionarias del exterior, pero con una postura monetaria que es
más restrictiva de lo que era hace un año, cuando las variables citadas se
mostraban adversas. Se trata de una situación que creo sugiere que hay espacio
para comenzar a bajar la tasa de política monetaria en nuestro país.
Por
otra parte, el hecho de que la inflación haya disminuido, tanto en México como
en Estados Unidos, sin que la política monetaria haya tenido efectos negativos
ni en el crecimiento ni en el mercado laboral, sugiere que en buena medida el
choque inflacionario que vivió el mundo tras la epidemia de Covid se debió a
choques de oferta, explicados por los cuellos de botella que la contingencia
sanitaria ocasionó. En este sentido, posiblemente no se requería de una
política monetaria tan restrictiva para disminuir las presiones inflacionarias
ya que la dilución de dichos choques (y no las elevadas tasas de interés)
explica en buena medida el proceso desinflacionario. Con esto no quiero decir
que apretar la política monetaria no era necesario: era lo adecuado para evitar
un desanclaje de las expectativas, pues gracias a ello los agentes económicos
interpretaron que los bancos centrales harían lo necesario para evitar una
espiral inflacionaria.
Se
podrá argumentar que pueden venir nuevos choques de oferta, por ejemplo, con
los ataques a embarcaciones en el Mar Rojo, que pueden traer nuevos aumentos en
precios y que, por tanto, no es momento de relajar la política monetaria. Si
bien es cierto que esas distorsiones pueden ocurrir, habría que reconocer que
se trataría nuevamente de aumentos explicados por choques temporales de oferta
ante los que la política monetaria es inefectiva.
Por lo
anterior, me parece que están dadas las condiciones, tanto en México como en
Estados Unidos, para que pronto comience un ciclo de relajamiento en la
política monetaria.
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