17/4/2024
El nearshoring se ha convertido en uno de
los temas centrales en el análisis económico en México. La redefinición de las
redes productivas a nivel mundial, ya sea por reducción de costos, cercanía al
mercado final de los bienes producidos u optimización de las cadenas logísticas
ante posibles disrupciones logísticas globales, ha significado una oportunidad
histórica para el país en términos de inversión y crecimiento económico.
Asimismo,
dicha oportunidad se ha posicionado como potencial generatriz de una expansión
de la demanda crediticia por parte de las empresas vinculadas a los sectores y
regiones receptores de los flujos de inversión por este fenómeno económico
global.
Sin
embargo, aún no hay indicios claros de que dichas oportunidades se hayan
traducido en un impulso económico en términos de inversión y financiamiento
empresarial.
Según
cifras preliminares de la Secretaría de Economía, el dinamismo de la Inversión
Extranjera Directa (IED) en 2023 (crecimiento de 2.2% de los flujos en
dólares), si bien alentador en su conjunto, fue mayormente explicado por la
reinversión de utilidades de empresas (74%) que ya se encuentran operando en
México y, en menor medida, por las cuentas entre compañías (13%), lo que
implica tan sólo un 13% de dichos flujos atribuible a nuevas inversiones.
Respecto
a las implicaciones de dichas inversiones en derramas económicas y,
particularmente, en la demanda crediticia, aún no se ha observado un impulso
significativo en la cartera empresarial de la banca múltiple. En particular,
los saldos totales al sector manufacturero registraron en diciembre de 2023 un
crecimiento interanual real (filtrando los efectos inflacionario y cambiario)
de 0.0%, con el crédito vigente al sector aún por debajo de su nivel
prepandemia en términos reales.
El nearshoring, si bien representa una gran
oportunidad, requiere de un entorno que garantice la disminución de costos
logísticos y de producción caracterizado por la seguridad jurídica, facilidades
financieras y políticas económicas que alineen los incentivos de los
inversionistas y los actores nacionales; es decir, que permitan consolidar una
red productiva que genere eficiencia y ganancias para ambas partes.
Actualmente,
el transporte de mercancías a través de una red logística (vías y medios de
transporte) eficiente y segura aún dista de ser una realidad. Asimismo, los
requerimientos de acceso a energía a precios competitivos, más limpia y
confiable (redes de transmisión y distribución eléctrica y de gas natural más
eficientes, etcétera) tampoco son satisfechos por la infraestructura energética
e hidráulica, lo cual juega en contra de la relocalización de empresas a
nuestro país.
La
coordinación de instituciones públicas y privadas para garantizar la inversión
contribuiría a posicionar a México como un receptor ideal de inversión en forma
de plantas productivas transnacionales. Quizás el sector privado y,
particularmente, la banca múltiple ya ha reoptimizado y no otorga
financiamiento únicamente a los nodos de dicha productiva, sino a los sectores
que conforman los vínculos dentro de dicha red y a los que apoyan la actividad
de los mismos, como son los transportes, la infraestructura industrial y las
energías renovables.
Encauzar
los flujos de financiamiento hacia dichas actividades es una condición
necesaria, mas no suficiente, para el arribo de nuevos nodos de producción que
impliquen un crecimiento de la inversión y el desarrollo económico regional y
sectorial. Hay ámbitos complementarios e indispensables en los que no
corresponde a los actores privados garantizar el ambiente idóneo para la
inversión y la materialización de un escenario donde el nearshoring potencie a la red productiva nacional, como la
implementación de políticas públicas que disminuyan la inseguridad, garanticen
el acceso a recursos hidráulicos y energéticos y aseguren un respeto a las
reglas del juego para los inversionistas extranjeros.
|