El pasto mayuno, resistente a la sequía y con un alto rendimiento por hectárea, es un producto que puede resolver el problema de alimentación del ganado durante la época seca, además que una buena alimentación garantizará la mejoría de la ganadería, no solo la genética.
Son ya varias las praderas de Puebla y de otros estados del país donde se cultiva el pasto mayuno, con un rendimiento de hasta 100 toneladas de por hectáreas, que a su vez representa un beneficio económico para los ganaderos.
Alberto Jiménez Merino, responsable del Centro de Innovaciones Agroalimentarias y Tecnológicas Puebla, aseguró que en 45 municipios del estado de Puebla. Con un total d 400 hectáreas, ya trabajan con esta variedad de pasto, como en Acatlán de Osorio, Huehuetlán el Chico, Tulcingo del Valle, Tehuitzingo, entre otros.
Mientras que en la costa del Pacífico trabajan en Colima, Nayarit, Jalisco, Michoacán, Guerrero, Oaxaca trabajan p ara mejorar la alimentación ganadera “como se hizo en la ,ixteca poblana con el pasto llanero, ahora lo hacemos con el pasto mayuno; una especie muy resistente a la sequía, con alto contenido de proteínas, el pasto está siendo adoptado por los ganaderos para resolver los problema de alimentación en la época seca.
El pasto mayuno crece en cien días, se siembra en junio y en septiembre está listo para corte, con un rendimiento de más de cien toneladas por hectárea. Un animal come en promedio 25 toneladas de forraje verde al año, el objetivo es tener cuatro bovinos por hectárea por año, cuatro vacas con un rendimiento de 10 a 15 litros de leche, se lograría una producción importante en los trópicos.
“Hemos hecho demostraciones, visitas personales, estamos muy satisfechos de la respuesta, se está haciendo sólo con recursos propios de la gente, de los ganaderos, no hay apoyos gubernamentales para los programas forrajeros, ahora hay menos con los recortes del 50 por ciento del presupuesto nacional”, expuso Jiménez Merino.
Destacó que se logró una reducción de la cantidad de semilla por hectárea, pasando de cinco a un kilo, así que los ganaderos invierten unos tres mil 500 pesos por hectárea de pradera, en promedio, lo que resulta benéfico para la economía de los productores, pues evitan gasto extra en la alimentación de los animales.
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